Fran Kapilla y “Las hijas de Danao”: a pocos pasos de desvelar el desenlace de un sueño
“Las
hijas de Danao”, del director valenciano Fran Kapilla, produce expectación y
admiración en una ciudad seducida por el arte y sus oportunidades culturales.
Era
un viernes lluvioso en la ciudad de Málaga. Parecía como si el invierno tomara
impulso para descargar su furia acercándose el final de la semana.
La
invitación era ineludible aquel día, y no sólo por la calidad del evento, que resultaba
absolutamente relevante, sino porque la
curiosidad, sencillamente, me estaba consumiendo.
Detuvimos
el coche en la puerta del enorme Conservatorio de Música del distrito de Ciudad
Jardín, uno de los diez distritos en los que se divide la ciudad, delimitado
por el distrito centro, el río
Guadalmedina y los Montes de Málaga.
En
la puerta del hermoso salón de actos nos esperaba Frank. Rodaba las últimas
escenas de la que será su primera película: “Las hijas de Danao”.
He
amado el cine durante toda mi vida y disfruto tanto del blanco y negro de un
Hollywood musical hasta del cine moderno, al que la elocuencia de la actualidad
no deja de brindarle una temática de interés emocional, inmediatamente
absorbida como la leche en una galleta.
Ha
habido épocas en las que mi mayor sueño era ponerme delante de una cámara,
emulando a tantas estrellas con las que he crecido y con las que tanto me he emocionado
a lo largo de los años, sin embargo, cuando la vida trueca tus ambiciones a
veces lo hace de manera caprichosa, porque hoy prefiero estar detrás de las
cámaras y escribir sobre ellas, o escribir para ellas, admirando no sólo el
empeño de actores y actrices como Beatriz Rico, José Vallejo, Fran Millán o el
encantador Paco Roma, cuya verborrea andaluza te absorbe en una abrazo de
halagos y simpatía, transformado en un arte espontáneo y profesional delante de
las cámaras, sino también el trabajo estudiado y logrado de personas como Fran
Kapilla que luchan por sus sueños, resignan y avanzan, crean e intentan,
producen y se arriesgan para luego compartir, con quienes saben apreciarlo, un
camino de ideas llevadas al contexto de una fructífera y próspera vocación.
Fran
Kapilla es director de cine y guionista, títulos que engalana con los de
Técnico Superior en Imagen y Operador de equipos de televisión.
Sin
embargo, a pesar de esa grandeza que le proporciona su preparación intelectual
y su capacidad artística es una persona sencilla y esa apariencia deja
traslucir, en el transcurso de los minutos en los que tratas con él, una
personalidad entrañable, enmarcada en un rostro cordial y en una mirada profundamente
cariñosa con la que intenta hacerte partícipe de sus actividades, con la
generosidad de una ambición por compartir un trabajo que le enorgullece,
rodeado de un equipo que lo contiene y lo escucha, lo asiste y se deja asistir
por su dirección amena e inteligente.
“Las
hijas de Danao” es un film de suspenso con una puesta en escena de estudiada
excepción en la cual se han recreado ambientes operísticos de indiscutible trabajo
y calidad que cuentan con una variedad muy lograda de destacadas actuaciones dentro
del cine español.
La
trama comienza a desenvolverse cuando una conocida soprano recibe una amenaza
anónima durante los ensayos de una gran ópera.
De
ahí en más, dos detectives muy particulares llevarán adelante la investigación
e intentarán resolver el misterio envueltos en un mundo de intriga y personajes
muy peculiares; contando con un vestuario de excepción que ha acertado en
incluir a los diseñadores malagueños de Alta Costura Montesco y a sus
inestimables aportaciones cargadas de glamour, junto a grandes calidades
actorales.
Luego
de deambular por calles francesas y malagueñas, llevando a cuestas a sus
compañeros de producción, rodando escenas a lo largo de las necesidades de su
imaginación, Fran aterrizó nuevamente en Málaga para el último rodaje de su
ópera prima con un equipo de personas de adecuadas competencias, en el centro
de Ciudad Jardín, un barrio que bendijo su llegada con la continuidad de un
diluvio que se hacía sentir con repiqueteos musicales desde el interior del
edificio.
El
escenario del salón de actos del conservatorio acogía a decenas de jóvenes. Ataviados
de negro y con una importante variedad de instrumentos musicales en sus manos,
interpretaban acordes libres que se combinaban en un ambiente de entusiasmo
ante la propuesta de Fran de simular una orquesta clásica.
El
director, entonces, tomaba las riendas de su cámara y orientaba a sus actores a
través de una historia que creó en su imaginación y que durante todo el año
2012 ha podido darle forma gracias a una larga y muy interesante carrera como
cineasta que deja detrás varios cortometrajes filmados, multitud de guiones
escritos y vídeos de corta duración que le han sabido granjearle numerosos
premios y satisfacciones.
A
escena
La
escena comienza a rodarse. El silencio es general hasta que se deja interrumpir
con voces de sopranos y tenores que endulzan el ambiente con los acordes de una
música clásica de excepción.
Yo,
de repente, me encontré en el rodaje más acertado que hubiera podido
presenciar, con una ópera envolvente, elegante; más de cuarenta integrantes de
una orquesta dejando sus ganas, con lo mejor de sus capacidades para realizar
una estupenda figuración y uno de los pintores más extraordinarios de España en
la dirección de aquella tan ambicionada orquesta.
Desde
mi sitio de agradecida espectadora veía como Antonio Montiel dejaba flamear su
batuta, bosquejando el aire tal y como suele hacer cuando ondea el pincel sobre
el lienzo, acompañándola con sus brazos. Sus ojos se volcaban en las
directrices de lo acordado, corroborando una colaboración de excepción para la
película y cosechando el respeto de los pocos y privilegiados espectadores que lo
observábamos, atento a las órdenes de Fran Kapilla.
De
repente se acerca nuevamente Paco Roma y vuelve a prestarme atención mientras
la escena no requiere de su competencia actoral. Durante unos minutos me guía
sobre el escenario, me sumerge en los secretos del rodaje, me enseña las pautas
de una película esperada y se saca fotos conmigo, imprimiéndole a la visita un
carácter personal e inolvidable para esta escritora curiosa, favorecida por las
diferencias encontradas.
Fran
Kapilla
Es
tan malo ser grande y creerte grande, como ser grande y creerte pequeño.
Fran
Kapilla es uno de esos grandes creativos que Málaga acoge en su seno y que se encuentra,
de repente, creciendo al compás de sus ideas e iniciativas. Los que estamos
junto a él lo sabemos bien.
Es
un artista que sabe que lo que más cuesta es lo que más se saborea, y va detrás
de ello sin pausas, ni horarios, ni vacaciones.
Su
figura paciente y meticulosa permanece atenta a lo que sucede en el escenario.
Es la persona encargada de visualizar toda una película a través de la pequeña
pantalla de su cámara para que nosotros, más tarde, podamos disfrutarla en
pantallas enormes, a lo largo del país.
Y
ojalá que así sea y que un buen día no tengamos otro impulso más que el de compartir
una excelente producción cinematográfica, con un pasado cimentado en el trabajo
bien logrado y en las ilusiones cumplidas, como lo será “Las hijas de Danao”.
Incluso que, en algún punto de nuestra vida podamos experimentar, como sin
dudas lo hará Fran Kapilla, el orgullo de poder concretar nuestros sueños e
ideales en el momento oportuno, rodeados de personas que sepan acompañarnos, respondiendo
a nuestros requerimientos y a través de nuestros instintos más creativos, partiendo
de una conocida palabra, de abultada trayectoria, llevada al terreno de los
objetivos conseguidos que definirá, con pericia, nuestra más ambiciosa osadía: ACCIÓN.
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2013/03/16/nosotros/NOS-10.html
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