Un domingo de ángeles
Suelo enfrascarme en extensos
debates con mis amigos acerca de los pormenores de un emprendimiento, de los
sueños que te llevan a mantenerte despierto y de la infinita capacidad de
anhelar y de esperar buenos resultados de aquellas ideas que llevamos a la práctica.
Claro que resulta fácil cuando
tus amigos comparten esas vetas artísticas que nos convierten en un grupo de emociones especiales, donde la
sensibilidad es siempre el protagonista principal de todas nuestras conversaciones.
Por eso, el final de cada semana
me sugiere siempre el recuerdo imborrable de todo lo conversado, ante todo lo vivido y
mientras repaso una y vez cientos de fotos que el ordenador guarda en vanidad y
cuidado celo, no puedo dejar de cerrar esta tarde de domingo sin
recordar los
espléndidos días en los que anduvimos ese camino tan particular que nos sedujo
de una manera inolvidable y nos llevó al rodaje del tráiler de mi segundo
libro, “Pueblo de ángeles”, rodeada de capacidades artísticas diferentes,
extraordinarias y complementadas entre sí de una manera afable y productiva.
Gracias a todos los ángeles, una
vez y cien veces más, que han hecho posible que yo hoy tenga estos maravillosos
recuerdos que acuno en la memoria como un regalo de la vida hacia el trabajo y hacia
los sueños que, en el mismo momento que pensamos que nunca podríamos cumplir,
se vuelven tangibles como las páginas del libro, cuando persistimos en ellos, los
trabajamos ignorando las dificultades y nos rodeamos de las personas adecuadas.
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