Un segundo libro, cargado de ángeles (Fotos: Agustín Varrone y Fran Kapilla)



Mi segundo libro, Pueblo de ángeles, ha recibido el mejor regalo que pueda merecer: actores destacados que dieron vida a sus personajes, dirigidos por Fran Kapilla, en unos días de rodaje que supieron a calidad artística y familia.


 Agosto, en Málaga, para muchos es un mes ideal para descansar, disfrutar de terrazas al sol, pasear a orillas del mar y bailar en las casetas de una feria dispuesta para deleitarse en otro verano en la Costa del Sol. Pero para nosotros, un grupo de artistas amante de su trabajo, cautivados por las admiraciones y los reconocimientos mutuos, significó la oportunidad de rodar un sueño: el book trailer de Pueblo de ángeles.

Gestado a lo largo de más de un año escribiendo durante días enteros, al amparo de historias cargadas de elocuente emotividad, mi segundo libro nació de la idea de revertir la sensación de soledad que muchas personas tienen cuando se creen solas frente al dolor.
Macerado a través de conversaciones con una buena amiga, tomó forma de novela y el curso de su historia me atrapó de tal manera que no podía dejar de escribir, salvo en obligadas ocasiones en las que tenía que hacerlo debido a obligaciones domésticas y laborales. Aunque, luego de la cena, las noches se abrían generosas de ideas e inspiraciones, hasta su recta final.
Un día de intensa lluvia conocí al director de cine Fran Kapilla, mientras rodaba una escena de su película, Las hijas de Danao. Aquel encuentro, asistido por la amabilidad de este equipo artístico, se hubo convertido en el responsable de que Pueblo de ángeles, narrado dentro de un silencioso pueblo de olivos y personajes entrañables, cobrara vida un tiempo después.

¡Comenzamos!
Era una preciosa mañana de sol cuando me cité con Fran en una cafetería sobre la Avenida Andalucía de Málaga. El director valenciano estaba dispuesto a cumplir su promesa de rodar un trailer de cine sobre mi segundo trabajo, pero debía saber de qué se trataba y si la historia se prestaría para ello.
Esa mañana relaté mi libro desde la primera a la última página, con expresivas lecturas y teatrales escenificaciones; los mejores momentos, los más visuales, los más sensibles, los encuentros más románticos, las reflexiones más sentidas. Había vuelto a aquel pueblo a través de las palabras que le dirigía a Fran Kapilla, que apuntaba sus valoraciones mientras desmenuzábamos una historia que se le revelaba a través de una escritora deseosa por compartirla.
Nunca había escrito un guión de cine y Fran se había propuesto convertirme en guionista, por lo que nos dedicamos a ello durante días, incluso madrugadas, en las que coincidíamos para ultimar detalles a través del chat. Seleccionábamos las mejores escenas, diálogos y frases, procurando descripciones exactas de los elementos que las constituían y los gestos que debía  realizar cada personaje. Hasta el día en que estuvo todo listo para rodar.


Atrás habían quedado la mañana en Mijas en la que, sentados a la mesa de un bar, el actor  Paco Roma, Fran Kapilla, Raúl y yo, buscamos rostros que se adaptaran a los personajes según mi descripción en el libro; las llamadas telefónicas para plantearles el proyecto a los actores, los vítores cuando accedían a formar parte, las dudas acerca de los sitios en los que lo rodaríamos y el primer encuentro del equipo, en Benalmádena.
Todo se había convertido en un camino ameno de transitar, con ideas a borbotones, presentaciones y reuniones en las que nos empapábamos de Pueblo de ángeles y de los pormenores de su historia… y de las nuestras.


Los escenarios
Partimos hacia Río Gordo muy temprano. La ruta estaba aún suave, por lo que apurábamos los minutos antes de que el sol nos asaltara la jornada a bocajarro.
El paseo romántico de don Luis y la hermosa Joaquina correspondía a dos maravillosos actores, con voces espectaculares: Eduardo Duro y Cristina Fargas. Ambos, más jóvenes que sus personajes, necesitaron de la pericia de la maquilladora, Katy Navarro, quien dispuso su atención en cada día de rodaje, opacando pieles jóvenes, transformando melenas cortas en largas, oscureciendo ojeras y secando sudores, en un agosto que volcaba el calor de un verano que no nos daba tregua, muy a pesar de la indiferencia que demostraban los actores luciendo  prendas invernales.
Nuestro piso, en la octava planta de un edificio de vistosos balcones hacia los montes de Málaga, fue el segundo escenario para un trailer que iba cobrando velocidad.
Un agasajo de empanadas, en un mediodía de cuarenta grados de temperatura, fue el descanso bien merecido de un equipo que necesitaba alimentar algo más que ilusiones. El director, su asistenta, Paula Khan, el técnico de iluminación, David Rey, nuestro hijo Agustín (fotografía), mi marido Raúl (sonido), el actor y productor Enrique Muñoz (representando a Rafael, hermano del protagonista) y yo, guión en mano, nos sumergimos en la tarea de transformar un piso de ciudad en el pueblo de Luis Zancada Bueno.



Rodando…
Uno de los párrafos que había captado la atención de Kapilla había sido el diálogo entre el viejo y su amigo de la infancia, Tirso; una reflexión acerca de cómo afrontar la muerte de quienes amamos y vivir sin ellos. Era una exposición muy poética que se convirtió en una de las escenas más emotivas del trailer cuando el actor Juan Carlos Montilla nos introdujo en aquel pasaje del libro, dejándonos atónitos con una actuación que aplaudimos emocionados.
Para ello, nos trasladamos hasta el cementerio de Málaga, pero debíamos darnos prisa para rodar antes de que las familias acudan a dejar sus flores y condolencias y de que la luz del sol convierta en verano la mañana invernal de la historia.
Eduardo Duro volvía a ser, en una de las más acertadas decisiones, el viejo don Luis y Paco Roma se enfundaba en una abrigada sotana negra, convertido en un perfecto y entrañable Padre Antonio.

Yo, desde mi sitio de espectadora de privilegio, observaba embelesada como mis ideas, nacidas de tantas horas sumiéndome en los pesares de un pueblo sin nombre, cobraban vida ante mis ojos agradecidos.

“Incluso en las peores ausencias pueden encontrarse las mejores compañías” Pueblo de ángeles, Ed. Seleer

Aún nos quedaba pendiente la banda sonora, que estaría a cargo de la talentosa Escarlata Godiri y las escenas en la casa del viejo, con sus tan significativas conversaciones con el sacerdote, pero eso era algo que postergábamos debido a que, a pesar de nuestros esfuerzos y búsquedas, no encontrábamos la casa adecuada y aquella que se asemejaba se nos negaba debido a las ambiciones fuera de lugar de propietarios oportunistas que vedaban nuestras ilusiones.
Todo eso dio lugar a que mis ánimos tomaran una pendiente inesperada y cayera en una desgana impropia de mí. Dormí todo un día, ignorando el teléfono, cuya alarma daba claras evidencias de la necesidad de mis amigos por comunicarse conmigo.
Yo me negaba a responder, estaba vencida y agotada.
Pero, soy yo, y al otro día decidí retomar la batalla, comenzando por poner al día el móvil. En él había encontrado llamadas perdidas de mis amigos, Gloria y Carlos, y un mensaje de voz grabado por Fran y Paco a través del cual llamaban mi atención con palabras que no olvidaré nunca y guardaré en la memoria como uno de esos tesoros que concede el cariño y que, en alguna ocasión, transmiten ciertas personas.
En el mensaje de ambos, Paco utilizaba una de las líneas del guión para infundirme ánimos y fueron mis propias palabras, pero a través de su voz, junto con la compañía incondicional de mi marido, de nuestro hijo y la expectativa del resto del equipo, lo que me ayudó a levantarme, a tener fe y a seguir adelante con ese proyecto maravilloso que no solo forjó una valiosa amistad entre artistas amantes de sus vocaciones, sino que ha significado, para mí, convertir una idea propia en un sueño cumplido en familia.


Un final feliz
Las últimas escenas se rodaron un día de agobiante calor en el pueblo de Cártama, en la casa familiar de uno de nuestros productores, Manuel Serra, adaptada perfectamente al guión como si hubiese estado pactado desde siempre, con la actuación de la simpática Marina Brox, como la desafortunada Victoria.
Muchísimo más podría contar y recordar sobre aquellos días de rodaje.
El trailer de Pueblo de ángeles ha sido una experiencia artística fascinante y nos ha ayudado a sentirnos acompañados en un proyecto espectacular que atesoraremos durante el resto de nuestras vidas como una de las grandes oportunidades que brindan los buenos amigos, en el calor de una relación productiva y en el eterno agradecimiento hacia las situaciones que te ayudan a crecer como artista, como persona y, sobre todo, que consiguen hacerte absolutamente feliz.

No sé si venderé tantos libros como la historia lo merece, pero si sé que me he quedado con lo mejor: la satisfacción de haber construido un verdadero “pueblo de ángeles”.


https://www.youtube.com/watch?v=hmNM_lp2DMs&feature=share

http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2014/12/06/nosotros/NOS-13.html

http://www.agapea.com/Maria-Flavia-Catella/Pueblo-de-angeles-9788494178863-i.htm







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