Karina: una artista en armonía con sus recuerdos
Durante un programa
radial, en un encuentro fortuito, Rocco Torrebruno, actor, cantante y
presentador cómico italiano afincado en España, dio un apodo cariñoso a María
Isabel Llaudes Santiago, una hermosa cantante y actriz española nacida en Jaén y,
a partir de entonces, el nombre de Karina se grabó, con un éxito arrollador, en
la historia de la música española.
Ya se han cumplido
catorce años desde que nos mudamos a España. Si bien me he encargado de resumir
muchos de ellos en mi primer libro, Entre dos lunas, desde su publicación, hace
tres años, hemos alterado residencias y planes incansablemente.
Nadie está exento de
cambios y transformaciones personales, pero los que tomamos la decisión de
emigrar sabemos que esos cambios se convertirán en nuestro eterno compañero de
piso.
Es así como comenzamos
a integrarnos en una sociedad nueva, dejando rezagadas algunas costumbres,
resignándonos a que el desgaste paulatino de muchas de ellas sea un hecho
inevitable, incluso, hoy.
Nos introducimos en tradiciones
que no compartimos, en hábitos que desconocemos y los recuerdos de nuestra
juventud pasan a conformar una notable diferencia.
Es entonces cuando,
debido a nuestra curiosidad, basada en el cariño que sentimos por nuestros
nuevos amigos y en el respeto hacia su pasado, comenzamos a aprender y a vivir
sus recuerdos, adoptándolos en nuestra vida diaria, casi como propios.
Es así como conocí a
Karina.
En buena compañía
¡Sienta muy bien que
los amigos consideren el trabajo que haces y lo valoren, hasta el punto de
compartirlo!
A mí, por ejemplo, es
fácil sorprenderme. Me gustan las personas que tienen una historia que contar,
o un talento que compartir y eso, mi querido amigo, el retratista Antonio
Montiel, lo sabe perfectamente.
Por ese motivo aquella
tarde, en Madrid, me presentó a Karina.
María Isabel Llaudes
Santiago, nacida en Jaén, conocida artísticamente como Karina, ha sido un auténtico
furor en las décadas de los 60 y 70 en España y en Latinoamérica, con canciones
como Las flechas del amor, Romeo y Julieta, El baúl de los recuerdos o En un
mundo nuevo, con la que finalizó en el segundo puesto en Eurovisión en el año
1971.
Es una mujer que
desprende un encanto muy singular y una sencillez admirable que se convierte en
uno de sus tantos atractivos. Es bonita y risueña y su manera de expresarse la
vuelve absolutamente entrañable; contagia entusiasmo y crea un ambiente tan
suave como la dulzura de su voz.
Un encuentro para una
emotiva historia
La FNAC de calle
Callao, en Madrid, es una de las veinticuatro tiendas que posee, en doce
provincias españolas, esta empresa francesa especializada en la venta de
artículos electrónicos, computadoras, artículos fotográficos, libros, música y
vídeo.
Como todas las cadenas
importantes, brinda, también, sus instalaciones para las actividades inherentes
a la promoción de las obras musicales y literarias que ofrece, así el público puede disfrutar de un encuentro con
algunos de sus artistas preferidos.
Aquella tarde de fines
de octubre, la artista que presentaba su obra era Karina, quien convertiría a
los seguidores de su música, de la mano de la prestigiosa Editorial Planeta, en
lectores de un acaudalado bagaje de anécdotas y experiencias, a través de un
libro, El baúl de mis recuerdos, que aglutina algunas de las tantas vivencias
de esta encantadora cantante y actriz jienense.
Una eterna “vendedora
de discos”
Karina se aferra al
micrófono y mira por encima de él, atenta a las preguntas de los presentadores
del evento, dispuesta a responder con la autenticidad que la caracteriza y una simplicidad
que roza la inocencia y provoca una atracción inevitable para quienes esperamos
sus respuestas.
Nos habla de sus
comienzos, de los concursos radiofónicos y festivales, del amor, de sus éxitos
laborales y desilusiones, de sus miedos, su familia, sus contratos
discográficos y, con cada recuerdo, Karina se retrotrae emocionalmente a un
pasado que la ha consagrado, a través de muchos sacrificios y decisiones
sagaces, como una de las más destacadas figuras de la música española.
Se considera, a sí
misma, una vendedora de discos, basándose en la fuerte influencia comercial que
provocó su música en aquellos años, popularidad que la hubo llevado, incluso, a
rodar varias películas que la contaron como protagonista.
“Soy fuerte”, asevera,
“pero necesito sentirme querida y apoyada”, cualidades que, viéndola tan bien
arropada entre sus amigos, seguidores y familiares, como su preciosa hija,
Azahara, convertida en su actual manager, creo que lo ha conseguido con creces.
“¿Ya cantamos?”,
pregunta, de repente, en un silencio que supo a preparativos, mirando hacia
ambos lados y esperando con ansiedad el momento. Los músicos ultiman sus
acordes y ella se pone, una vez más, y como lo ha hecho tantas otras veces a lo
largo de su vida, frente al micrófono. Las miradas se ciernen sobre ella y una
voz cristalina, que reconoce nerviosa a pesar de los años, pero de absoluta
satisfacción, se adueña del recinto.
Es la artista,
labrándose un futuro dispuesto a cosechar lo que ha sembrado durante más de
cuarenta años de trayectoria y es la mujer, arriesgando, empeñándose en una
vocación que ha guiado su vida y demostrando, tal y como versa su famosa
canción, “El baúl de los recuerdos”, que “volver la vista atrás es bueno, pero
mirar para adelante significa vivir sin temor”.
“No me he creído nunca nada
especial” (Karina)
Karina continuaba con
la presentación de su libro autobiográfico, argumentando que gran parte de su
fortuna profesional se debe a la suerte de haber estado en la hora y en el
lugar oportunos, frente a la persona adecuada. Volvía a soltar besos al aire y
recogía los halagos con absoluta sencillez.
Yo, mientras tanto, escuchaba
detrás de mí el eco del público coreando sus canciones, acompañando sus risas y
aplaudiendo las efusivas expresiones de su transparente personalidad.
Fue, en ese momento, cuando
me di cuenta de que, para hablar de la verdadera fortuna de María Isabel
Llaudes, Karina, no bastaba solo con mencionar las oportunidades profesionales
que la habían llevado a grabar su nombre en la cultura musical de un país, sino,
también, en el valor de sus posibilidades actuales, convertidas en lógicas
consecuencias de una vida llevada con dignidad y empeño, que le permiten, aún
hoy, llenar conciertos y disfrutar de una historia de trabajo, de lucha y
superación contada a través de la admiración de sus amigos.
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2015/01/10/nosotros/NOS-11.html |
Comentarios
Publicar un comentario