Lo que importa

No hay un trabajo más importante que otro, ni siquiera las diferentes oportunidades o capacidades alteran esa condición.
Trabajar es dedicar tiempo a un objetivo claro, por vocación u obligación, a la espera de un reconocimiento personal, aún el más sencillo, independientemente de una remuneración económica que, en la mayoría de los casos, ni siquiera cubre las necesidades más básicas.
Así se desarrolla cada día, desde muy temprano y hasta muy tarde, en las diferentes esquinas de la ciudad, en las que cientos de trabajadores abren sus tiendas, defienden sus negocios y responden a horarios de trabajo con responsabilidad, en una actitud de elogiable y productiva dignidad.
Sin embargo, y obviando un civismo que debería prevalecer
y saberse de memoria, es la segunda vez que aparecen escritos sobre la pintura de los muros de esta pequeña pista deportiva que tendrán que volver a pintar, por tercera vez…
Supongo que será más sencillo cuando se comprenda, que, independientemente de las inclinaciones políticas que se posea, detrás de cada actividad o reforma que se realiza y se vive en la ciudad, hay miles de personas anónimas, a quienes la popularidad no los encumbra a través de los medios, ni se conocen sus nombres, ni se proclaman sus obras a través de las redes sociales, pero que, sin embargo, dedican su tiempo en favor de un deber basado en la búsqueda de una estabilidad económica y social, en el cumplimiento de una obligación que, en muchas ocasiones, se brinda en favor del disfrute colectivo, sin esperar más que la retribución más justa y digna que merece, y merecerá siempre, un trabajador: respeto y diferencia.

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